Usos y costumbres.
Cuento breve.
Al hacer el puente, para dejar las vías del tren por debajo, el barrio cambió. Algunos comercios perdieron la calle, y se transformaron en mustios lugares debajo del mismo. Muchas calles angostas recibieron un movimiento inusitado. El bar en una esquina cualquiera se transformó al finalizar la construcción en el más visto y visitado de la zona.
En ese lugar, un día en que el Molo se bajaba de un omnibus, y el viejo Chacho iba caminando, se toparon de casualidad.
– Tantos años sin verte Molo. ! El asombro del viejo Chacho, se tradujo, estirando la mano disminuída en casi un hueso, y la respuesta fué un abrazo fuerte de un Molo, gordo, grande, y sonriente.
Al rato en la mesa de cármica amarilla , lucía una botella de grapa, y lo vasos panzones daban cuenta de ella.
El humo del cigarro negro, hacía formas azuladas sobre el mostrador de estaño. Había unos cuantos acodados, parado alguno de ellos en un solo pie, y el otro enredado en el banco alto de madera. La máquina registradora, tenía un ruidito propio del tintineo. Los mozos, gritaban los pedidos, y el marche un,… eran repetidos como sonsonete.
El horno a leña dejaba color naranja y negro a su vecindad. El grifo del agua cayendo en la rejilla, hacía las veces de regadera. Todo olía a frito, a humo, a leña, a salsa, a caña, a vino tinto.
Famoso el bar por su picada, su pizza a la pala, por los refuerzos, y por todos los viejos barrigones , que se reunían ahí a jugar al truco.
La pared, repleta de fotos de los jugadores de futboll, de la famosa azaña de Maracana, y colgando como bandera una camiseta de un nueve.
Bar sin pretensiones , reunión de barrio, confeccionario de pobres.
Los conocidos seguían charlando, el que quería contar más era el viejo Chacho, en su apuro mezclaba presente escaso, con pasado frondoso, en una salsa en que faltaban verbos, y sobraban adjetivos.
Molo, escuchaba, entendía lo que le decía aunque la ensalada tuviera frutas y verduras. Hasta que vió que si Chacho seguía tomando se le caía ahí mismo. Fué cuando empezaron con la piza. Las anchoas eran tan grandes, que el viejo decía
– Vos pescaste éste pejerrey ?, y se reía y gozaba el momento.
Molo, cortó un poco ése divague y preguntó temeroso.
– La Gladys, cómo está ? y sacó una foto del bolsillo del pantalón y se la mostró medio de refilete al viejo.
A Chacho se le nubló la vista, y casi cerrando los ojos le dijo…
– Bien,…como va estar..bien, hace como diez años que se fué al •Norte. Y enseguida con una reacción propia de la rabia y el alcohol le agregó.
– Y vos donde estabas..basura, que hace más de quince años que no llegas por las casas y las palabras rascaban su lengua.
– En ese momento radio Clarín empezó con sus proverbios y avisos… La voz del locutor tapó los ruidos y los pedidos de los mozos…
” Si nunca se habla de una cosa, es como si no hubiese sucedido….”
Casi no se sentía la voz de Molo, que en un susurró le decía al oído de Chacho.
– En cana viejo,…viejo podrido…siempre la quise….No me digas que la sentís, si por vos salió a hacer la calle, para darte de beber miserias…
La mesa de cármica recibió a las dos cabezas, entre el alcohol, y el humo…. Lloraban y se insultaban al mismo tiempo, mientras tenían las manos juntas, y se apoyaban uno en el otro. Chacho lloraba por su hija y el Molo porque le dijeron de su examante muerta.
La radio daba las notas de un tango y la voz increible de Goyeneche…
El canillita que entró al bar voceaba entre las mesas…Diario…diario…La mañana …diario…Hoy con el asalto al cambio …se llevaron la plata y los números de lotería…diario
El cajero le hizo una seña al mozo, y éste los levantó de la mesa mientras les decía,
– Vamos para casita, ya se está haciendo tarde…y como pudo los dejó en la vereda, si se querían caer, que lo hicieran igual, ya les había cobrado hasta la propina.
El locutor seguía hablando…” No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista ” mientras continuaba la música, ahora una milonga , a guitarra pura, la que salía airosa sobreponiéndose a los ruidos..
Cruzando la calle, la gente se amontonaba en la feria, donde vendían más porquerías que mercadería.
Chacho, el viejo Chacho le decía en ése sin ton ni son al Molo.
– Acompañame a casa , así tomamos mate con la Gladys y le pedimos que haga tortas fritas
– Bueno vamos…querrá verme..hace tanto..repondía el Molo.
Allá iban entre la gente a los empellones, mientras confundían en sus mentes, el pasado con el presente y los vivos con los muertos.
En la estrecha calle, los vendedores gritaban ..Vean…vean…que mercadería doy por pocos pesos…•.”Útil, práctico y necesario en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero“, ofreciendo peines, espejos, llaveritos, cotaplumas, biromes…
En los bares, en la calle, en los ómnibus, en los hospitales, en los cuarteles, en las ferias, y donde tú menos pienses, siempre se venden ilusiones, y se comparte la nada..
- • Cementerio del Norte.
- •Muletilla utilizada por los vendedores ambulantes de antes en las paradas y en los ómnibus de Montevideo
- Fotos de Stella.