San Juan es un veranillo, que se da a fines del mes de junio por éstas tierras de América del Sur. Comienza casi siempre cuando las temperaturas están bajas. Abruptamente irrumpe un frente de aire cálido desde el norte . Cuando uno empieza a sacarse alguna ropa de abrigo, y las temperaturas llegan casi a los 30º , es cuando llega de golpe el viento, las tormentas eléctricas, la lluvia. Vuelve el frío , cuando nos habíamos olvidado por unos días que estabamos en invierno.!
Piensen en una señora que queda para cuidar una casona enclavada en el medio , de un gran jardín, de aproximadamente una manzana, con inmensos árboles, con viveros, cocheras, y casas independientes para el servicio.
Regalan magnificencia éstas hermosas villas antiguas y por dentro tienen el confort que da el espacio con sus grandes y altos salones. Ninguna igual a la otra. Sitio para el romanticismo, y al mismo tiempo de soledad.
La zona la conozco, sé de muchos de esos muros, rejas y portones, ahora casi inpenetrables por las vallas eléctricas. Son lugares que parecen sacado de postales europeas, pero si tienes miedo, no vivas por acá.
La casona, mejor dicho su interior fué dejado al cuidado de la señora del relato y un servicio privado de vigilancia con alarmas, el jardín, por un viejo que habita las cocheras, un perro policía, y las vallas eléctricas. Todo el jardín es mantenido por una empresa particular.
No es mucho el tiempo que los dueños van a pasar fuera, son quince días.
Lindo lugar, hermoso para caminar por las Avdas de los esbeltos álamos, o ver a los eucaliptos, plátanos, anacahuitas, tan altos que sobrepasan los tejados, o entrar en el invernadero y poder admirar esos helechos que parecen confeccionados de espuma. Pueden ser las vacaciones soñadas, las de los folletos de viaje.
Ahora con San Juan, no te lo recomiendo. No es el de las fogatas, el de de las cédulas, con nombres de hombres y mujeres para conseguir pareja como se hacía en épocas remotas, el que congrega muchas personas en las plazas, y conjuntos musicales y tampoco es tan santo como dicen.
Es el que te hace abrir las ventanas por el calor que llega, y entra poderoso el olor al pasto recién cortado, y a la tierra removida.
Luego ése viento que todo lo arrasa, y la lluvia que comienza mansa y termina en una tormentaa eléctrica, que ilumina los espacios.
En una sola noche salen de sus refugios escondidos seres. Habitan la casa de los otros, están allí donde hay todo un mundo de una pequeña comunidad vegetal, de algas, musgo, hongos , y líquenes.
Son pequeños, mágicos, duran la visión de sus rostros el tiempo de la luz de un relámpago, tienen la facultad de alargar sus rostros hasta desaparecer en la tierra donde han nacido.
No hacen ruido, son mudos testigos de tu alegría, tu miedo, tu soledad, de tu asombro.
La señora del relato miraba por la ventana, y en ese no creer lo que veía, fueron pasando ante sus ojos, esos semblantes, tal vez imaginarios…
Si algo le susrraron al oído no lo se…
Cada uno expresa algo, y será lo que quieras ver, lo que ellos te diran.